La directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, Kimberly Cheatle, admitió ante el Congreso el lunes que ella y su agencia fracasaron en un acto de campaña del candidato presidencial republicano Donald Trump el 13 de julio en Pensilvania cuando un joven intentó atacarlo.
En su testimonio ante el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, Cheatle admitió: «Fracasamos». Pidieron su destitución entre los republicanos que veían el intento de asesinato de Trump como el mayor problema operativo del Servicio Secreto en décadas.
Cheatle se defendió de las acusaciones republicanas de que el Servicio Secreto no tenía los recursos para proteger a Trump, señalando que la seguridad del expresidente se había incrementado antes del evento y se había brindado la protección solicitada por su campaña.
“Puedo decir que en el evento del 13 de julio cumplimos con los datos solicitados y ese día estuvieron disponibles las herramientas necesarias”, recordó. Sin embargo, no respondió a preguntas específicas sobre el plan de seguridad desarrollado para este evento, indicando que el asunto está bajo investigación interna.
Esta audiencia marcó la primera sesión de supervisión del Congreso del intento de asesinato. El director del FBI, Christopher Wray, comparecerá ante el Comité Judicial de la Cámara de Representantes el miércoles.
El presidente Mike Johnson también presenta un grupo de trabajo bipartidista que servirá como enlace con las investigaciones de la cámara.
Cheatle se resistió a los pedidos de permiso de los principales republicanos, incluidos Johnson y el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell. El republicano James Comer, miembro del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, también apoyó esos llamamientos.